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martes, 15 de mayo de 2012

Una historia casual Parte II

P. es un hombre de 40 años, de cabello castaño claro, ojos verdes, apuesto y con mucho porte, los brazos y el tórax fuertes y la piel bronceada por el sol, ya que cuando trabajas con caballos estás a la intemperie todo el día. Tenía una sonrisa cálida y a D. le encantaba pasar las tardes platicando de lo que más les gustaba a los dos: los caballos.
Sin embargo, así como P. había viajado por todo el mundo compitiendo en Grandes Prix o por la compra y venta de caballos pura sangre, y ella había pasado el ultimo año en Europa, descubrieron que tenían además muchas cosas en común a pesar de que se llevaran 20 años de diferencia. Así, ella daba sus clases de quitación a jóvenes y equino terapia a niños con problemas ya sea de parálisis, o síndrome de down y él siempre estaba con ella para aconsejarla ya que en sus tiempos P.  fue un gran jinete, ahora ella recibía las clases directamente de él y se estaba convirtiendo en una gran amazona que ya saltaba obstáculos arriba de 1.20 m. Tenía a todos sorprendidos en el rancho por ser tan valiente y por su elegancia al montar y P. estaba convencido que muy pronto estaría lista para competir en el extranjero.
Dicen que P. era muy alto, ahora esto era difícil de apreciar ya que desde su accidente en aquel ....nunca volvio a caminar y quedó confinado a una silla de ruedas. Fue cuando P. no solo perdió la habilidad de caminar y mover algunos dedos de las manos si no que también perdió a su esposa y una parte de él se fue para siempre.
Sin embargo, el nunca dejó de luchar, a pesar de que tuvo que regresarse a vivir al rancho a las afueras de Queretaro dónde viven sus padres, para estar mejor atendido, P. decidió fundar ahí las clases de equinoterapia, las cuales benefician a personas con discapacidades. Y es él quien está personalmente al pendiente de que los caballos que crían estén siempre bien cuidados y trabajados. A pesar de su situación él nunca se estaba quieto, en el enorme rancho tienen un viñedo y el vino nunca fue de mejor calidad desde que P. comenzó a encargarse de él.  El rancho había estado de maravilla en los últimos 10 años y sin embargo, desde la llegada de D. él tenía un brillo diferente en los ojos, ése que se nota cuando ya no te sientes solo (no, no creo que sea el mismo brillo que se les ve a las viejas cuando estan embarazadas jajaja)
Y es que D. era como su discípula, lo seguía a todos lados, a ella le encantaban sus historias y cada vez pasaba más y más tiempo en el rancho, pues fuera de él no le interesaba tanto la vida de Queretaro, la verdad es que había hecho muy pocos amigos, o ninguno, pues desde muy temprano hasta muy tarde se quedaba trabajando.

Un día se le hizomuy  tarde asistiendo al veterinario que ayudaba a una yegua a parir y perdió el último autobús de regreso a la ciudad, en la casa de asistencia donde se estaba quedando, era viernes y el próximo bus saldría hasta el día siguiente.
Bien la podía llevar algún empleado del rancho pero la madre de P. le ofreció quedarse y cenar con la familia y ella aceptó, hacía tiempo que no cenaba en familia.
La madre de P. era una señora de unos 70 y tantos años, bastante bien conservada, fuerte y autoritaria. Ella había heredado el rancho que había estado en su familia por generaciones, y es ella quien ha sabido llevar las riendas por así decirlo de la crianza de cientos caballos finos, de los mejores del país.
La cena fue agradable y tranquila, estaban presentes P. su hermano, la esposa del hermano, sus padres y por primera vez D.  quien contestó las preguntas curiosas de la familia, pues estaban muy interesados en saber quién era esa chava de cabello rojo que trabajaba con tanto entusiasmo en las caballerizas y no se despegaba de P. 
D. notó que a P. lo ayudaba a comer su madre, para ella la escena fue un poco impactante ya que él representaba un maestro en cierta forma para ella, más alla de ser su amigo, ella lo admiraba, y verlo vulnerable necesitando la ayuda de su madre para comer fue algo que la sacó de onda, y  es que al tener algunos dedos paralizados, P. no podía sujetar los cubiertos.
Después del postre y del café, el hermano de P. y su esposa se retiraron la madre, digamosle, Doña Juana. le pidió a D. que si la ayudaba a acomodar a P. en la cama... "lo que pasa es que el enfermero descansa este fin de semana".
Fue entonces, cuando D. se dio cuenta de que algunos fines de semana cuando no se daban clases y que básicamente, el rancho estaba cerrado, P. se pasaba los días en cama pues el enfermero se tomaba sus días libres y  los padres de P. ya viejos no tenían las fuerzas para ayudarlo a subir y bajar de la silla de ruedas...o bañarlo!  Entonces algún trabajador del rancho tenía que hacerles el favor de ayudarlos. Básicamente, P. para no dar mayores molestias, prefería quedarse en cama viendo películas, o leyendo.


El sábado por la mañana al despertar, D. sale de la enorme casa que más bien parece hacienda, atraviesa el jardín y se mete a la cancha de frontón. De ahí agarra 3 pelotas de goma, pasa a las caballerizas y con un cuchillo, les hace una rajada a cada una y se las mete a su morral.
 Acto seguido, va inmediatamente al cuarto de P., abre sus cortinas para que entre la luz del sol y le propone salir y pasar el día en la ciudad con ella.
El le dijo "estas loca!, como vas a salir conmigo? además estas muy tilica como me vas a subir a la silla de ruedas?"
A ella le valió madres y le dijo, vamos a salir no te vas a quedar aqui todo el día en la cama!
Así mando llamar al caballerango, para que la ayudara a pasar a P. de la cama a la silla.

La señora Juana no lo habría permitido nunca, pero fue gracias Don Carlos (espso de la Doña Juana) que le prestaron un automovil a D. para poder sacar un rato a P.   Doña Juana insistió en que se llevaran a don nachito, un caballerango para que los ayudara si necesitaban algo, pues mas que nada no confiaba que D. pudiera sola con el paquete (no, no el paquete de P. lo digo como mera expresión)
pero ella no aceptó. Estaba muy convencida de que ella podría sola...





Esta historia continuará...





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